Los tabloides británicos callan ante la enfermedad de Kate Middleton, pero ¿cuánto tiempo más aguantarán sin especular? (2024)

«¡Dejad en paz a Kate!». El grito lanzado al cielo desde la portada de 'The Sun', en medio de la tormenta mediática en torno a Kate Middleton, dejó perplejos a propios y extraños. El tabloide por excelencia, implicado en el escándalo de las escuchas ilegales y tan proclive a elevar a titulares todos los chismorreos, alzó la voz y pidió al mundo que cesaran de una vez los bulos, las especulaciones y las teorías conspiratorias. «Lay off Kate!».

Por supuesto, no dejaron en paz a Kate. Los portales norteamericanos -'TMZ', 'InTouchWeekly', 'The Daily Beast'- siguieron alimentando la bestia. Las redes contribuyeron a la marea con el runrún del Kategate y con un ejército de Kate truthers dispuestos a retorcer la verdad esquiva sobre el cáncer (no especificado) de la princesa de Gales.

A través del Atlántico

«Por una vez, los tabloides se han contenido, pero eso no ha supuesto ninguna diferencia», certificaba en titulares 'The New York Times', indagando en el blame game (el juego de la culpas) entre la comedida prensa británica y el salvaje Oeste de los medios estadounidenses, prestos a explotar el tirón en redes de los royals y alentados por leyes antilibelo menos rigurosas al otro lado del océano.

El Megxit tiene también gran parte de culpa en lo que está ocurriendo. Los medios británicos han declarado la guerra sin cuartel a Harry y Meghan, acusados de ejercer como consumados «maestros de la autopromoción» y capitalizar su condición de duques de Sussex pese a no ser ya miembros activos de la familia real. El ejemplo más claro es el de Piers Morgan, exdirector de 'The Sun' y detractor sin cuartel de Meghan, que reclamó al cómico norteamericano Stephen Colbert que pidiera públicamente perdón por sus bromas sobre la supuesta infidelidad del príncipe Guillermo.

Otro lío de hermanos

Mientras el mundo entero reactivaba los rumores sobre Rose Hanbury, mientras circulaban todo tipo de especulaciones sobre Kate Middleton por su «operación abdominal programada», los medios británicos actuaban casi como un aislante acústico.

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El propio Harry, curado de espanto por la trágica persecución a Diana, ha acusado más de una vez a los tabloides de «tener las manos manchadas de sangre». En su biografía 'A la sombra', Harry denuncia la existencia de un «contrato invisible» entre la familia real y los periodistas británicos, en un peculiar intercambio de visibilidad pública orquestada y filtraciones calculadas en las que tanto él como Meghan aparecían como víctimas, frente a la protección de la que gozaban supuestamente Guillermo y Kate.

Relaciones casa real-prensa

«El público británico conoce muy poco la mecánica entre la monarquía y los medios, como el sistema real de asignaciones que otorga a ciertos periodistas acceso personal a los eventos de la realeza», advierte Laura Clancy, autora de 'Running the Family Firm: How the Monarchy Manages Its Image and Our Money' (Administrando la firma familiar: cómo la monarquía maneja su imagen y nuestro dinero).

Clancy advierte cómo los royals tuvieron que adaptarse «a la era de los tabloides» en un cuidadoso intercambio para mantener el interés del público y, además, atraer a lectores. Curiosamente, tras la muerte de Isabel II, el rey Carlos decidió nombrar como jefe de prensa a un ex director adjunto de 'The Daily Mail', Tobyn Andreae, que por tanto conoce como pocos el mundo de los tabloides desde dentro.

Dos diagnósticos de cáncer

Tras el anuncio del diagnóstico de cáncer del rey Carlos, una nota interna de la casa real pedía rigor informativo a los medios para evitar la especulación y el sensacionalismo, y prevenir así la búsqueda de informaciones sobre su salud y las intrusiones en la privacidad con fotos y vídeos.

Los tabloides se han comportado como tales en dos ocasiones desde el doble diagnóstico de cáncer, y en ambas la víctima ha sido Kate Middleton. La primera fue la difusión del vídeo a la salida de la Windsor Farm Shop, comprado por una cantidad superior a los 115.000 euros por 'The Sun', según informó la revista 'Variety', que indicó que 'The Daily Mail' también participó en la puja final.

Dos intrusiones fatales

«La imagen más importante de Kate en los últimos años», según el cronista real Matt Wilkinson, sembró más dudas de las que disipó. Las imágenes en las que podía verse aparentemente a la princesa de Gales junto a Guillermo desató el delirio en las redes bajo el hashtag #FakeKate.

La segunda intrusión la protagonizó el tabloide de izquierdas 'The Daily Mirror': «Tres trabajadores de The London Clinic, investigados por intentar acceder al historial médico de la princesa de Gales». El Palacio de Kensington se limitó a confirmar que había sido contactado y que estaba colaborando en la investigación.

Pese a contar con la complicidad de la prensa británica, la familia real «ha perdido la confianza de los británicos» y tiene un largo trabajo para recuperar la credibilidad, sostiene Rob Jobson, bautizado por 'The Wall Street Journal' como el padrino de los cronistas reales.

La ausencia del príncipe Guillermo

Jobson, autor de 'Guillermo: la creación de un monarca', tenía prácticamente listo su próximo libro, 'Catherine, princesa de Gales: una biografía de la futura reina', cuando cayó del cielo la noticia de su ingreso en The London Clinic el 16 de enero para someterse a «una operación abdominal planificada». «Isabel II inculcó a la familia real la máxima de dejarse ver para que nos puedan creer», asegura Jobson. «Una desaparición prolongada o una cancelación abrupta, como la de Guillermo en el homenaje al rey Constantino, con toda la realeza europea presente, supuso una ruptura drástica».

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Con el tiempo supimos que la reacción de Guillermo fue en respuesta al diagnóstico de cáncer que llegó horas antes del acto. La mayoría de los británicos se preguntaron sin embargo ese día cuál era la «emergencia» que impidió al príncipe de Gales asistir a la despedida de su propio padrino, y más teniendo en cuenta que le habría bastado un paseo de menos de 10 minutos desde el chalé Adelaide donde vive con su familia.

«Ese silencio fue el que abrió definitivamente las puertas a todo tipo de conjeturas sobre Kate y a la circulación de fake news en las redes», recalca Jobson. «No se puede dejar un vacío informativo de dos meses, porque así es como se permite que los rumores vayan creciendo».

Otra estrategia de comunicación

Según Jobson, Kensington debería haber planificado un «goteo informativo», como hizo Buckingham con el rey Carlos. Pese a hacer público su diagnóstico de un cáncer, el monarca no desapareció de un día para otro de la vista. Suspendió temporalmente sus actos públicos, pero siguió trabajando de puertas hacia dentro y se dejó fotografiar en sus múltiples idas y venidas.

El padrino de los cronistas reales clama por la creación de «un mando unificado» entre ambos palacios para evitar fiascos como el de la foto de familia del Día de la Madre del 10 de marzo. «¡Comprobad, comprobad, comprobad!», era la otra máxima de Isabel II que ignoró Kensington a la hora de distribuir la foto casera editada con photoshop que disparó las alarmas en las agencias.

Dos decisiones de Kate Middleton

«Kate no debería haber asumido personalmente la responsabilidad de ese grave error», recalca Jobson. «Esa foto tenía que haber pasado por todos los filtros necesarios antes de distribuirse a los medios... Cuando yo empecé a cubrir a la familia real había un secretario real de prensa, que era el último en dar el visto bueno». Y, advierte Jobson, la imagen del Día de la Madre debería haber sido tomada por el fotógrafo real Andrew Parsons, y no por Guillermo: «Ésa es otra lección que espero que hayan aprendido: hay que dejar el trabajo en manos de profesionales».

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Jobson alaba sin embargo la decisión de Kate de dar el paso al frente y escribir personalmente el texto del vídeo difundido el 22 de marzo, anunciando su cáncer y el tratamiento de quimioterapia. Él no se atreve a ponerle a la reaparición de la princesa de Gales. Primero se dijo que después de Semana Santa, el ministerio de Defensa llegó incluso a incluir su nombre (y después retirarlo) en el desfile Trooping the Colour el 15 de junio.

«A diferencia del rey, en su papel de jefe de Estado, la princesa de Gales no tiene la urgencia de volver a la luz pública y tiene que velar por la integridad de su familia y proteger a sus tres hijos», advierte Jobson. «Es una mujer inteligente y resiliente, y ella misma ha expresado su deseo de volver a ejercer un papel que ama en cuanto la salud se lo permita. Respetemos sus deseos y démosle tiempo».

Un jefe de prensa curtido

Una de las razones de la divergencia entre el tratamiento mediático del cáncer del rey Carlos y el de Kate Middleton está en el abismo que separa a sus respectivos jefes de prensa. Carlos y Camila causaron sensación en 2022 con el nombramiento como secretario de Comunicaciones de Tobyn Andreae, curtido durante más dos décadas dentro de 'The Daily Mail', pero sin experiencia como relaciones públicas.

Fue casi una declaración de principios, y más teniendo en cuenta la guerra abierta por Harry y Meghan contra 'The Mail on Sunday', que publicó en su día las fotos de Thomas Markle en México (las mismas que propiciaron la ruptura entre padre e hija y su sonada ausencia en la boda).

Con Tobyn Andreae en puestos directivos, 'The Daily Mail' contribuyó a crear el estigma de Waity Katie, mofándose de la eterna espera de la entonces novia del príncipe Guillermo, «con 28 años y sin otra cosa que hacer que asistir a bodas, quizá preparándose para la suya». El sobrenombre creado por la columnista Amanda Platell, y las puyas lanzadas desde el suplemento 'Femail' contra su familia y su imagen fueron mucho tiempo un aguijón en la espalda de Kate Middleton, recuerda el excronista real Eliie Hall en 'BuzzFeed'.

Un jefe de prensa muy joven

En claro contraste, Guillermo y Kate eligieron como nuevo secretario de prensa en 2022 a Lee Thompson, jefe de Comunicación Internacional de la cadena estadounidense NBC, descrito en LinkedIn como «un excepcional comunicador con perspectiva global» y como «nativo digital» (tenía 34 años en su nombramiento).

El contraste entre los dos jefes de prensa ha quedado en evidencia desde el paso de Kate y Carlos por The London Clinic. Nadie vio entrar ni salir a la princesa de Gales del hospital (lo que contribuyó al bulo del coma calificado de «ridículo» por el palacio de Kensington). El rey Carlos no sólo se dejó ver a la entrada y a la salida de su intervención de próstata, sino que reveló a los pocos días su diagnóstico de cáncer.

El rey Carlos frente a la princesa de Gales

La estrategia de Carlos fue adelantarse a las especulaciones (como la difusión de una foto en el coche cuando los medios rusos difundieron el bulo de su muerte) o reaccionar rápidamente, como el anuncio de su reaparición a las pocas horas de que el portal estadounidense 'The Daily Beast' asegurara que «no está bien» y que se estaban actualizando los planes de su funeral, Operación Menia Bridge.

En el caso de Kate, cualquiera diría que el lema volvió a ser el mismo que impuso Isabel II: «Nunca te quejes, nunca expliques». Pese a su experiencia con medios digitales, Lee Thompson se disparó contra su propio pie a la hora de imponer el apagón informativo y permitió que las redes marcaran la narrativa durante semanas.

«Los productores de la BBC están en alerta por un anuncio inminente de la casa real», fue el rumor desmentido. La especulaciones sobre la naturaleza de ese anuncio gravitaron desde la supuesta infidelidad de William con Rose Hanbury a la gravedad de la enfermedad de Kate. Al final, resultó ser veraz y la princesa de Gales despejaba la niebla en el vídeo del 22 de marzo, grabado por la BBC en los jardines de Windsor: «Han sido dos meses increíblemente duros»...

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Author: Greg O'Connell

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